viernes, 19 de junio de 2009

Con el tiempo, todos seremos E.T.A.

Quizá sea muy duro afirmándolo, pero así es. E.T.A. mata, hoy lo ha hecho. Mañana será otro día y dentro de un mes, otro mundo. Un mundo en el que todo político que se precie (PSOE ó PP) tendrá que medir sus palabras al referirse a ETA y a la gente que la apoya. Dentro de un mes nadie en España (o muy poca gente) se atreverá a decir claramente que ETA son unos asesinos y que no tienen razones para asesinar delante de una persona que no conozca mucho; hay que ser tolerante. Es muy duro decir esas cosas, hay que respetar el asesinato. En alguna parte de nuestra mente un chip que tenemos instalado salta y nos dice: ¡Cuidado! Alguna razón habrá. Sin embargo nadie duda en decir que la pena de muerte es una barbaridad. Pero que intenten organizar matanza de guardias civiles, políticos o policías y sus familias… Parece tener una especie de razón oculta. No me malinterpreten, no estoy a favor de la pena de muerte. Lo que me sorprende es que la mayoría de las veces actuemos como si creyésemos que el asesinato esconde razones legales y/o éticas aceptables. Eso es bueno en parte, a veces hay que ponerse en la piel de aquellos con los que en un principio no estamos de acuerdo. Pero ello no debería implicar que expresásemos claramente nuestro parecer.

Yo no me libro para nada; soy el primero que suelo pensar estas cosas que digo y siento precisamente eso: Miedo. Miedo al que va a pensar la persona que tenga enfrente. Miedo a que cuando diga que en la sociedad actual el asesinato por motivos políticos no está justificado reciba por respuesta más compleja un sonoro soplido acompañado de un intuitivo y engañosamente reflexivo: ¡Hombre…!. Incluso si la persona es habladora, empezará a hablarte del problema nacionalista. Pero mi opinión aquí no habla de eso. A veces me gustaría que alguien me respondiese: Pues sí. Pero eso es raro, muy raro… De manera que algo debe haber dentro de nuestras ideas políticas que justifique lo que yo comprendo por barbaridades de una forma clara.

Hay un doble rasurado oculto en alguna parte de esta política que nos dan de mamar, que nos narran todos los días. Los políticos nos venden la tolerancia, pero solo la selectiva. Que perdiese la vida Mari Luz, la pequeña brutalmente asesinada y que su asesino vuelva la calle sin estar claramente rehabilitado es algo completamente intolerable, nadie lo duda. Pero que una persona pierda su vida al año debido a un grupo organizado y destroce a familias enteras… Eso ya suena mejor y al mes, repito, será de alguna manera tolerable. Será algo de lo que nos permitamos tener nuestras dudas, de lo que nos de miedo expresar nuestras ideas por aparentar intolerancia. ¿Cómo puede ser? Quizá sea demasiado iluso. Estaré demasiado ciego para ver que una de ellas tiene una justificación que yo no puedo comprender.

Hoy el presidente ha hecho una clara distinción en su discurso: “Españoles y vascos”. No sé bien que ha intentado decir con eso. Pero sí sé el fin que ello conlleva. Que en vez de un mes, pase simplemente una semana para que nos olvidemos que ha habido un asesinato y volvamos al vulgar politiqueo, al de siempre, que no es el tema de este artículo.

Para terminar, me permitiré el lujo de volver al título. Permitidme ser un poco inocente de nuevo, pero me gusta pensar que en democracia las ideas del pueblo se reflejan en los gobernantes. En ningún caso debe pasar al revés, ya conocéis los experimentos que se hicieron. Pero creo que algo de eso está pasando. Hay una parte de nuestra mente que realmente “apoya” a ETA debido a la política actual que estamos viviendo. Tenemos suerte de que quizá sea solo un 0.1% de nuestra conciencia la que apoye a ETA. Suficiente para que de vez en cuando alguien muera. Corresponde a cada uno pensar si “merece la pena” seguir teniendo ese 0.1% rondando por ahí.

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Bueno, de todas maneras, siempre hay gente que lo expresa mejor que tú: Aquí os dejo unos videos con otras ideas que me parecen imperecederas. No pretendo ensalzar a ninguno de los que hablan, solo transmitir alguna de las ideas que comparto con ellos y que ellos expresan tan bien. No corresponden en ningún caso al asesinato de hoy, corresponden a unas ideas y unas palabras que parecen estar perdiéndose en el lenguaje y en la política.